La joya arquitectónica de la isla de Murano es la Basílica de Santi Maria e Donato, cuyo magnífico ábside se refleja en las aguas del canal de San Donato. A pesar de las fuertes restauraciones realizadas en los siglos XIX y XX, esta iglesia del siglo XII conserva gran parte de su belleza original. Las galerías que recorren el ábside probablemente albergaban estatuas de madera.
Los visitantes deben fijarse en las columnas bizantinas y el tejado gótico. En el interior, impresiona un retrato en mosaico de la Virgen, que se encuentra sola sobre un fondo dorado. El suelo de la iglesia es igualmente bello, con sus mosaicos medievales de figuras geométricas, pájaros y criaturas míticas (similares a los del suelo de la Basílica de San Marcos) que incorporan en su imaginería fragmentos de las antiguas fundiciones de vidrio de la isla.